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Aquí llega Drácula. Cuando se junte
con el monstruo, se va a armar.
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¿Qué les parece?
Le tiene miedo a Drácula.
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Eso demuestra que un monstruo
puede asustar, pero es un gallina.
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¿Y ésta quién es?
Vaya, es Helen Twelvetrees.
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Tal vez la pesadilla se vuelva
un sueño agradable. Vaya, pues no.
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El monstruo sigue buscando pelea.
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Alguien le dice a Helen que no comparta
ninguna pesadilla con Drácula.
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Pero Drácula anda por ahí
y es el principio del fin del caballero.
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Mientras tanto, el monstruo
estudia la técnica de Drácula.
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Helen está fuera de sí,
y ahora hay algo cerca de ella.
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Lo único que puede hacer es desmayarse
y esperar a que termine la pesadilla.
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Drácula tenía que pagar impuestos
y necesitaba dinero.
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Al llegar la noche,
Helen decide que ya está bien.
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Pero se olvida quitarse las joyas
y a Drácula le parece dinero fácil.
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Ha de tener cuidado.
Helen tiene cosquillas en el cuello.
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Es una situación
de lo más delicada.
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Y, claro está,
el monstruo se fija en todo.
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De repente, Drácula olvida el factor
sorpresa y se lanza a por la tráquea.
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Por fin lo ha conseguido,
y Helen se despierta.
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Al contarle al joven lo que ha visto,
él dice que también quiere ver uno.
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Mala suerte. Parece que le va
a salir el tiro por la culata.
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Drácula lo atrapa
y se le oye cenar detrás de la pared.
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Esto está difícil. Cada vez que Helen
habla con un hombre, Drácula lo atrapa.