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Admitiendo, claro está,
que seamos normales.
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Su disposición vuelve a cambiar
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hasta alcanzar este otro estado,
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el de la más alta exaltación.
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Aquí, todo es fantástico.
El mundo es maravilloso.
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Están tan eufóricos que...
¿Cómo lo podría expresar?
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...serían capaces de dar todo.
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¿Es aplicable todo eso
al caso del Sr. Deeds?
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Los síntomas son evidentes.
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Cuando estaba aquí,
en la cresta de la ola,
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era un cúmulo de atenciones
y delicadezas para sus amigos.
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Los quería a todos a su alrededor,
por eso decidió dar una recepción.
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Pero mientras tanto, su ánimo cambió.
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Se encontró en el extremo inferior:
depresivo y melancólico.
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Cuando llegaron los invitados,
les echó a la calle.
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Ahora son sus enemigos imaginarios.
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Otros ejemplos de su euforia
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son cuando tocaba la tuba,
cuando escribía poesía
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o cuando subió al coche de bomberos
para ayudar a la humanidad.
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Todo eso contrasta
con su disposición actual,
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tan seria que hasta
carece de instinto de conservación.
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Señoría, este es un caso claro
de manía depresiva.
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Muchas gracias, doctor.
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Señoría, hemos terminado.
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¿Va a dejar que se quede así?
Le han dado una buena.
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Está hundido.
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Sr. Deeds...
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Antes de que el tribunal tome
una decisión, ¿desea decir algo?