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"Una pradera de la región central
de los EE. UU. en 1854."
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¿No es hora de detenernos?
Es de noche y el niño tiene frío.
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No. ¿Estando a dos
o quizá tres horas de Chicago?
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"Ja", digo yo.
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Vamos, diablillos vagos,
o tendré que usar mi látigo.
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Chicago no irá a ninguna parte...
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y viviremos ahí el resto
de nuestras vidas, si Dios quiere.
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Tu lengua no me detendrá.
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Nos espera una gran ciudad
justo ahí delante.
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"Dormiré ahí esta noche",
me dije a mí mismo.
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Y eso haré.
Construirán una gran ciudad aquí.
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El centro.
Sí, el centro del país...
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