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De eso, no es mía la culpa.
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Vieron cómo el abogado
defensor fue hecho callar
en este juicio.
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Caballeros, yo los conozco.
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Son el corazón, el
intelecto de mi amada
París...
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...donde nací, y a la cual
estudié por 40 años.
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Los veo con sus familias
bajo la luz de la tarde.
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Los acompaño a sus
fábricas, a sus tiendas.
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Son todos trabajadores y
hombres honrados. No dirán
como los demás...
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"¿Qué me importa si un
hombre inocente está en la
Isla del Diablo?
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No está bien que por su
insignificante sufrimiento
se revuelva todo un país".
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Quizá algunos crean que al
castigarme a mí...
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...se pondrá fin al daño
que le hago a Francia.
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Caballeros, si ésa es su
idea...
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...están equivocados.
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Mírenme. ¿Les parece que
soy un loco?
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¿Un mentiroso? ¿Un traidor?
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Sólo soy un escritor libre
que dedicó su vida a
escribir...
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...y continuará su labor
siempre. No vine aquí a
defenderme.
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Muy grande, la presión que
tienen ustedes.
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"Salven al ejército.
Condenen a Zola y salven a
Francia".
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Y yo les digo ahora:
"¡Acepten ese reto!"
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Salven al ejército y a
Francia...
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...pero háganlo dejando que
triunfe la verdad.
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No es tan sólo un hombre
que pide justicia...
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...es mucho más que eso.
Mucho más.
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Una gran nación corre el
peligro de que sea
confiscado su honor.
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Que no caiga sobre sus
cabezas esa grave falta...
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...cuyo peso llevarán
siempre en vuestra
historia.
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¡Un craso error judicial se
cometió!