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Puedes llamarme Connie.
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Ya me llamaste así una vez.
La tormenta, ¿no te acuerdas?
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Dijiste...
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"No estaría mal que nos
hundiéramos juntos, ¿eh Connie?"
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Me gustó tu forma de decir Connie,
con esa voz ronca, profunda...
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Hábleme de la pulsera.
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Fue como un regalo postrero, ¿sabes
encanto? Que nos animará a morir juntos.
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Morir juntos es más íntimo
que vivir juntos.
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- ¿Cuánto te costó la pulsera?
- Nada.
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¿Un cambio?
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Qué tosco eres encanto.
No puedes negar que sales del arroyo.
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Y quizá por eso me atraes.
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Y quizá por eso yo te atraigo.
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Olvídate de los suburbios.
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Lo gracioso es que yo
salgo del mismo arroyo.
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Acuérdate, cuando subiste al bote
dijiste que habías trabajado en...
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...la fábrica conservera de Chicago.
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Bueno, pues yo también
procedo de allí.
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¿Del barrio sur?
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Ashland Avenue,
detrás de los corrales.
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Y allí he vivido hasta
que conseguí esto.
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Fue como un milagro.
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Me arrancó del barrio sur para
instalarme en el barrio norte.
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Fue mi pasaporte...
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...desde el establo
hasta las avenidas del centro.
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Me dio todo lo que he deseado...
hasta ahora.
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Olvídate de los suburbios.
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- ¿Qué te parece una partidita Ritt?
- ¿Cómo? Por mí encantado.