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Es romántico, ¿verdad, Srta. Dandridge?
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Estandartes que ondean alegres,
hombres curtidos que cantan,
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caballos que brincan,
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- juanetes que matan.
- ¿Tiene que ser siempre
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- tan vulgar, Sr. Cohill?
- A la caballería no le va la finura.
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¿Caballería?
Con esta ridiculez de desmontar
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y andar cada hora, bien podría llamarse
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- infantería.
- Lo seríamos de verdad
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si no aliviásemos a los animales.
Súbase a un carro.
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No, gracias. ¿Por qué no ponen
fuentes en los carros?
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Nuestros hombres preferían aguamaniles.
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Ha tenido gracia, Sr. Cohill.
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Verduras frescas y leche. ¡Ay, el ejército!
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Planté veinticuatro huertos
los primeros años.
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No vimos florecer ni uno.
Nos trasladaban constantemente.
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¿Puedo irme atrás?
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Tragaré tierra con el Sr. Pennell.
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¿No le ha echado ya bastante a los ojos?
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- ¡Déjele respirar!
- ¡Sr. Cohill!
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¡Releve al Sr. Pennell en la retaguardia!
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¡Sí, señor!
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- ¿Está disfrutando de su salida?
- Sí...
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Mucho.