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"Y así mi sombrero, que,
tras tantas temporadas,
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se me había pegado a las orejas,
se levanta ante la Srta. Harrington".
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"Vuelvo a querer bailar en las calles
y gritar desde los tejados".
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Pensaba que esa frase se había
pasado de moda. Escucha esto.
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"La Srta. Harrington tenía mucho que decir
y esta columna repetirá sus palabras
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sobre la lamentable práctica
en nuestros teatros de permitir
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que las actrices maduras
sigan haciendo papeles
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que requieren una juventud y un vigor
de los que les queda sólo un vago recuerdo".
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- No puedo creerlo.
- Lo mejor viene ahora.
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"Sobre la comprensible reticencia de nuestras
consagradas primeras damas del teatro
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a alentar a actrices, digamos, más jóvenes,
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y la lucha de la Srta. Harrington
por conseguir una oportunidad".
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- No puedo creer que Eve dijera eso.
- En esta carrera de ratas,
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todos son culpables
hasta que se demuestre lo contrario.
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Es una de las diferencias
entre el teatro y la civilización.
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Lo sorprendente es que todos los periódicos
acudieran a esa representación.
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Lloyd dice que fue una nota publicitaria.
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La muy bruja debió de enviar mensajeros
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a sacar a los críticos de sus bares,
saunas y museos, o donde se escondan.
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No se saldrá con la suya,
ni Addison DeWitt con su pluma venenosa.
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Si el sindicato y mi abogado
no hacen nada al respecto,
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¡yo misma haré que la asquerosa garganta
de DeWitt se trague a esa penosa corderita!
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He venido corriendo
nada más leer esa basura.
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Bill está aquí, cariño.
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No pasa nada.