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No, prefiero que te quedes allí.
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Sí, lo sé. No hay problema.
Nos vemos.
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- ¿Grave?
- Para ellos, siempre es una crisis...
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cuando no pueden diagnosticar algo.
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Supongo que el tintorero
no recordó traer mi...
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¿Qué le pasó a ese sujeto?
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Ve a cambiarte. Te lo llevaré.
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Mamá, ¿no está listo el almuerzo?
Tengo hambre.
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- Tú y tu padre.
- ¡Hurra!
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Al Jerio me había invitado
a cazar con él a los pantanos.
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Lo sé, lo sé.
¿Cuál es la prisa?
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Debo ver a los chicos.
Iremos al cine.
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¿Al cine?
¿Y qué planeas usar como dinero?
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- Tengo dinero.
- No, se lo dije. Me quedaré en casa...
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todo el día sin hacer nada.
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Sin afeitarme, dando vueltas por ahí.
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- Con ropa vieja. Beberé un par...
- ¡Ay, mamá!
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¿Ahora qué?
Echarme una siesta a la tarde.
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Cenar temprano.
Tomarme el día libre.
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Relajarme. ¿Sabes de qué hablo?
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¿Le diste a Tommy 25 centavos
para ir al cine?
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Pues, sí.
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¿No fuiste el que decidió
darle un dinero semanal...
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para enseñarle a administrarlo?
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- Sí, cielo, pero es que...
- Mira.
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Quizá sea hijo único,
pero no lo dejaré actuar como tal.
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- Te di la respuesta a eso hace dos años.
- Sí.
:11:15
- Sí.
- Me cansé de ser yo la más severa.
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Está bien, está bien.
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A propósito, ya que eres tan desprendido
con el dinero...
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¿Qué?
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- Caramba. La cuenta de Whitfield.
- Sí, exactamente.
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- ¿Qué pasó con tu dinero semanal?
- Bromeas, por supuesto.
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- 42 dólares. Y no me queda nada.
- ¿Otra vez?
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Y prometiste pagarlo, Clint.
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Me avergüenza, de veras.
Tengo miedo de ir a la tienda.
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¿Qué? ¿Por 42 dólares? Que espere.
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El amo Whitfield nunca se deslomó
para conseguir nada.
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Cuarenta y dos dólares. Un día de éstos,
le pagaremos al contado.
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¿Un día de cuáles?
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- Pues, un día de éstos.
- Sí.
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Cuando una petrolera decida que
no puede hacer un oleoducto en Arabia...