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Sí, señor.
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Ni cielo ni tierra
han tenido paz esta noche.
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¿Qué pretendes hacer César?
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¿Piensas salir?
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- Hoy no deberías moverte de casa.
- César saldrá.
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Los peligros que me acechan
no me miran sino por la espalda,
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se desvanecen al ver mi rostro.
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César.
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Jamás reparé en presagios,
y, sin embargo, ahora me estremecen.
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Aparte de lo que hemos visto
y oído nosotros,
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cuentan que han ocurrido
los fenómenos más extraños.
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Una leona ha parido en la calle.
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Las tumbas se han abierto
arrojando a sus difuntos.
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Fieros guerreros
combatían entre nubes.
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Y en las calles
los espectros no cesaban de gritar.
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César, éstas son cosas inusitadas
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y me infunden pavor.
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César saldrá.
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Esas predicciones
pueden referirse a cualquiera.
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Cuando fallece un mendigo,
no aparecen cometas.
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Pero los cielos se inflaman
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con la muerte de un príncipe.
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Antes de expirar,
el cobarde muere varias veces.
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El valiente
sólo prueba la muerte una vez.
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Si hay algo que no comprendo
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es que los hombres tengan miedo.
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Pues es inútil huir de la muerte.
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Vendrá
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cuando sea la hora.
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- ¿Qué dicen los augures?
- No debéis salir hoy.
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No hallaron el corazón
en el pecho de la ofrenda.
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Así castigan la cobardía.
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César no tendría corazón
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si permaneciese en casa.