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¡Ella! ¡Si la crees!
Dos palabras, tres mentiras.
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Hay detalles que
ella no podría haber inventado.
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¡Ella puede inventar cualquier cosa!
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¡Dios sabe qué le habrá
contado al abogado!
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- Iré a verle y dejaré las
cosas claras! - ¡No!
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- No me detendrás.
- No, más tarde. Mañana.
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- Ahora mismo, debe estar cenando.
- Bien, yo no he comido.
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- No te recibirá.
- Ya veremos.
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Cuando le diga que vine
desde París...
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No. No vi a ningún abogado.
Te mentí.
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Tú también. Es contagioso.
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Así que el divorcio,
¿era también una mentira?
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No, quiero realmente el divorcio.
Es la única manera.
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También te beneficia a tí, Michel.
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- Será lo mejor para los dos.
- Vamos, Cricri.
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No puedes ser seria.
¿Sabes lo que cuesta un divorcio?
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- ¿Y qué hay del escándalo?
- ¿Qué escándalo?
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Tendré que contratar a un abogado
para defenderme.
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Y los abogados nunca dejan de hablar.
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Los padres no te confiarán
a sus hijos.
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- ¿Apartarán a los niños
de mí? - Por supuesto.
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Te arruinarás.
No me importa demasiado.
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Si dependiera de mí, la habría
vendido hace tiempo.
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Con tu dinero y mis contactos
habría puesto un negocio.
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Podíamos haber vivido desahogadamente.
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Pero tú querías esa escuela.
Y yo accedí.
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- Era por seguridad.
- ¡Gran negocio!
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Cambiamos el coche grande
por uno más pequeño.
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Dejé mi entrenamiento.
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LLevé trajes viejos.
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Somos ricos y vivimos
como la gente pobre.
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¿Sabes cómo pagué el viaje?
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Vendí mi diccionario,
mi gran diccionario.
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Y lo hice por tí.
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Créeme que no te reprocho nada.
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Pero cuando me echaste...