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Pero a veces parece que sí.
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No digas esas cosas.
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Escúchame.
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Cuando tú naciste...
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...no podíamos contener
nuestra alegría.
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A ratos reíamos...
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...y luego llorábamos.
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Plantamos el olmo del patio
en tu honor.
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Tu padre te paseaba
en hombros...
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...para que te viera
todo el vecindario.
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Pero cuando Millie nació...
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...las cosas cambiaron.
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Tu padre empezó a ausentarse.
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Se entretenía con otras cosas.
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Un día salió
y jamás regresó.
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Si te parece que prefiero
a Millie...
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...quizá se deba a
que quiero compensar.
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Por todos esos años de alegría
que tú tuviste y ella no.
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Recordaba cómo eras cuando
estábamos en la universidad.
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Siempre sereno,
dueño de ti mismo.
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¿Quién? ¿Yo?
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Jamás te ausentaste
de las clases...
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...dominabas todas las materias...
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...y siempre tomabas apuntes.
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Tú eras el ídolo de todos
y me envidiabas.
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Sí, un gran ídolo.
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Pero sólo en la cancha
de fútbol.
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Por fin se dio
lo inevitable.
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¿Tu papá?
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Se puso su última borrachera.
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Un policía lo halló
tirado en la acera.
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Luego murió en la cárcel.