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Sí. Me vendió esclavos...
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a precios excelentes.
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También organizó torneos
de gladiadores a buenos precios.
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Y fue ético en asuntos
de negocios...
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y muy perspicaz
en asuntos sociales.
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Zenobia engordó
desde la última vez que la vi.
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- Sí, ¿no? Me gusta.
- A mí también. Me encanta.
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A usted y a mí
nos gusta la corpulencia.
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La corpulencia hace hombres
razonables, gratos y flemáticos.
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¿Ha notado que los peores
tiranos son muy delgados?
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A pesar de sus vicios,
usted es el romano más generoso.
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¿Mis vicios?
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Las damas.
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¿Las damas?
¿Desde cuándo son un vicio?
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Tal vez haya usado
la palabra equivocada.
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Son una extravagancia,
una debilidad.
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Espero que esa palabra no...
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Todos saben que todos
sus sirvientes son mujeres.
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Soy el hombre
más virtuoso de Roma.
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Tengo tantas mujeres por respeto
a la moralidad romana.
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La misma moralidad
que le permitió a Roma...
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conquistar dos tercios
del mundo...
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basada en la santidad
de la familia romana.
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A mí me gustan las mujeres.
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Llevo una vida promiscua y,
para ser sincero...
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no haría una promesa matrimonial
que jamás podría cumplir.
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Tiene mucho respeto
por la pureza del sexo femenino.
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Exactamente.
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Debe ser muy tentador
estar rodeado por tanta pureza.
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Lo es.
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Ahora, mezclemos
negocios con placer.
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¿En qué puedo ayudarlo?
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Gran Graco...
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no soy rencoroso,
pero sí odio a un hombre.
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- ¿Quién?
- Craso.
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Su odio es muy ambicioso.
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¿Puede culparme? Me levanté
siendo un millonario...