The 300 Spartans
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- No me fío de esa mujer.
- Yo tampoco.

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Pero ¿qué podemos hacer?
De día nos pide consejo, pero de noche...

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Majestad.
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- Hidarno, ¿por qué me molestas?
- Tengo noticias urgentes.

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Los griegos han abandonado Tesalia.
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- Me lo imaginaba. Siéntate y bebe.
- Más allá están los montes Oeta,

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con un único paso, el de las Termópilas.
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No tengo ganas de repasar geografía.
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Deberíamos enviar a la caballería para
defender el paso hasta que lleguemos.

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Tú haz lo que te ordeno.
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Como soldado, tengo el deber de...
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Tu deber es obedecerme. No quiero
que los griegos piensen que tengo miedo.

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Si quieren luchar,
que salgan a campo abierto.

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Les dejaré las Termópilas para que lo hagan.
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- Pero imaginaos...
- Ya basta.

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Ésta es mi guerra y la dirigiré como quiera.
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Ahora, vete.
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Llegaremos a Esparta al atardecer.
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Dime, ¿ viste a Demarato
en el campamento persa?

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No, pero vi a otro amante de los persas.
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- ¿A quién?
- A Grillo, el padre del joven Filo.

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Le azote el rostro con el látigo.
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No puedo creerlo. Era un buen hombre.
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¿ Y qué hace entre esos bárbaros?
Me arrepiento de no haberlo matado.


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