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- Pero ama a nuestra patria.
- No tanto como odia a Atenas.
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No puede olvidar que los atenienses
mataron a sus dos hijos en combate.
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No es fácil olvidar a los hijos muertos.
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Una cosa es recordar,
pero cultivar tanto odio es otra.
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Es peligroso. Puede influir en el consejo
y provocar una situación muy difícil.
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No puedo desobedecerles
y no puedo faltar a mi palabra.
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¿Qué palabra?
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He prometido a Temístocles
que defenderé las Termópilas.
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- Eso está muy lejos de Esparta.
- Ningún lugar de Grecia está lejos.
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Estás cansado, cariño.
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Debes descansar antes de que amanezca.
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Es más de medianoche.
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Mira lo oscuro que está el cielo.
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Cuando te fuiste a Corinto, fui a ver
a Megistias, el anciano sacerdote.
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Sacrificó un cordero y le leyó las entrañas.
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Dijo que los dos
tendremos muy buena fortuna.
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Que tú serás el rey espartano
más recordado de la historia.
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Y que a lo largo de los siglos,
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las mujeres cantarán canciones
que hablarán de mi amor por ti.
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- Este hombre trae un mensaje urgente.
- ¿Qué noticias traes?