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Es curioso.
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De pronto no sé que decir;
me sucede a menudo.
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Sé lo que quiero decir. Lo medito
antes de decirlo...
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...pero al llegar el momento de hablar,
ya no soy capaz de decirlo.
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Sí, claro.
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¿Ha leído "Los Tres Mosqueteros"?
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No, pero vi la película. ¿Por qué?
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Porque... verá, tenemos a Porthos.
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Aunque no es en "Los Tres Mosqueteros",
es en "Veinte Años Después".
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Porthos, el alto, el fuerte,
un poco bruto
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no pensó en toda su vida,
¿comprende?
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El tiene que poner una bomba en un
subterráneo, para hacerla estallar.
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Lo hace.
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Coloca la bomba, prende la mecha,
luego sale corriendo..., naturalmente.
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Pero de golpe, se pone a pensar...
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¿En que piensa? Se pregunta como es
posible que pueda poner un pie delante
de otro.
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Esto también le ha ocurrido a usted,
sin duda, ¿no?
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Entonces deja de correr, de andar;
no puede avanzar más...
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Todo explota, el subterráneo
le cae encima.
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Lo sostiene con los hombros.
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Pero tras un día, o quizás dos,
es aplastado, muere.
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La primera vez que pensó, murió.
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¿Por qué me cuenta historias así?
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Ya ve..., un poco por hablar.
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¿Por qué hay que hablar siempre?
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Muy a menudo habría que callarse,
vivir en silencio.
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Cuanto más se habla,
menos quieren decir las palabras...
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Tal vez, pero... ¿se puede?