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Usted parece muy pedante, Srta. Barham.
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No es mi intención.
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¿Sheila? ¿Tú piensas que soy pedante?
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Por Dios, sí, cariño.
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Nos has estado refregando tu virtud...
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desde que entraste a este sector.
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- ¿He sido tan mala?
- La mismísima diosa virgen.
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La verdad es que soy todo lo contrario.
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Soy atrozmente sentimental.
Me enamoro con mucha facilidad.
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Por eso renuncié a mi trabajo
en el hospital.
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Todos esos hombres...
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gimiendo en la parte posterior
de la ambulancia.
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Especialmente los de África.
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Solía leerles en mis horas libres.
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Cuando se curaban
y volvían al campo de batalla...
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me buscaban para pasar
sus últimas noches de licencia conmigo.
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Habitaciones pequeñas en hoteles.
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Alojamiento y desayuno por una guinea.
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Pagué más veces la guinea yo que ellos.
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Pero no podía decirles que no, ¿sabes?
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Había perdido a mi marido
en Tobruk hacía poco.
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Y me abrumaba la ternura que sentía
por todos los hombres moribundos.
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Como dije, soy atrozmente sentimental.
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- ¿Qué diablos le estás haciendo a tu pelo?
- Lo tiño de rojo.
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Iré a una de las fiestas de Charlie Madison
esta noche.
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Sí. Me invitaron a ésa.
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¿Se exige cabello rojo?
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Ven, cariño.
Charlie sirve una comida fantástica.
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Toda clase de carnes, fruta,
crema verdadera.
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Cosas que no hemos visto en Inglaterra
por años.
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Obtendrás un vestido si lo haces.
¿Has estado en el cuarto de Madison?