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Dígales que son unos cobardes.
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Pero si los enemigos
vienen por detrás...
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...y nos esperan allá abajo,
nunca saldremos de allí.
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¿Enemigos detrás?
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No veo a ningún enemigo.
¿Y usted?
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- No, señor, ahora mismo no...
- Pues...
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Deje de intentar cambiar
una decisión de Custer.
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Pero, señor, ¿no sería mejor
mandar un pelotón al cauce?
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- No, no lo sería.
- ¿Me permite preguntar por qué, señor?
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Porque estropearía
un factor esencial: la sorpresa.
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¿Sorpresa? Saben que estamos aquí.
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Pero no saben
que pienso atacarles sin piedad.
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- Eso no es una sorpresa.
- Claro que sí.
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No hay nada más sorprendente
que un ataque sin piedad.
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General.
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General, protesto
contra esta decisión precipitada.
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¿Una decisión de Custer, precipitada?
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¡Grant también me llamó atolondrado!
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¡Ese borracho, ahí en la Casa Blanca,
me llamó atolondrado!
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General, le ruego
que vuelva a pensarlo.
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Piense en los hombres
cuyas vidas dependen de usted.
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¿Qué debería hacer, transportador?
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Señor, ese hombre no sabe nada.
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¿Tú qué dices, transportador?
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¿Debería ir o retirarme?
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Lo tenía en mi poder,...
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...pero esta vez lo que tenía en la mano
no era un cuchillo, sino la verdad.