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Así, pues, la Creadora y el Formador
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tuvieron que hacer una nueva tentativa
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de crear y formar al hombre.
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"¡A probar otra vez!
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Ya se acercan el amanecer y la aurora;
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hagamos al que nos sustentará
y alimentará!"
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De madera de tzité se hizo
la carne del hombre,
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pero cuando la mujer fue labrada por
la Creadora y el Formador,
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se hizo de espadaña la carne de la mujer.
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Pero no pensaban,
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no hablaban con su
Creadora, su Formador,
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que los habían hecho,
que los habían creado.
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Y por esta razón fueron muertos,
fueron anegados.
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Y por este motivo se obscureció
la faz de la tierra
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y comenzó una lluvia negra,
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una lluvia de día, una lluvia de noche.
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Llegaron entonces los animales
pequeños, los animales grandes,