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¿percibes con claridad tu relación
con la vida terrestre?
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Pronto me preguntarás
por el sentido de la vida.
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No ironices.
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Cuando el hombre es feliz,
el sentido de la vida
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y los demás temas eternos
le interesan muy poco.
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Hay que abordarlos al final
de la vida.
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Pero no sabemos cuando llegará
ese fin y por eso nos apresuramos.
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Las personas más felices
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son las que nunca se han interesado
por esas malditas cuestiones.
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Preguntar es querer siempre conocer,
pero, para conservar
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las simples verdades humanas,
se necesitan los misterios.
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El misterio de la felicidad,
el de la muerte, el del amor.
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Quizás tengas razón, pero trata de
no pensar en todo eso.
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Pensar en esto es lo mismo que
conocer el día de tu muerte.
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El desconocimiento de ese día
nos hace inmortales.
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En todo caso, mi misión
ha terminado.
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¿Qué hacer después?
¿Volver a la Tierra?
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Poco a poco, todo se normalizará.
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Surgirán nuevos intereses,
conocidos.
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Pero no podré dedicarme a ellos
plenamente.
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¿Acaso tengo derecho a renunciar
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aunque sea a una supuesta
posibilidad de contacto con el Océano,
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al que tantos años trata de tender
mi raza hilos de comprensión?
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¿Quedarme aquí, entre los objetos
que ambos tocamos,