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Siempre lo mismo.
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Decís que llego tarde y eso que
N sabéis que trabajo hasta las seis.
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Si fueras cura como tu hermano,
N no te preocuparía un empleo.
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Eso.
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- ¿Por qué te santiguas?
N - Porque es un cura. El padre Frank Jr.
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Últimamente no tiene demasiados
N motivos para santiguarse.
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- Tienes celos de Frank.
N - ¿Te quieres callar?
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- ¡Oye, cuidado con la camisa, estúpida!
N - ¡Basta! ¡Mangia, mangia!
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- Cenemos en paz. Hay más chuletas.
N - ¿Más? ¡Estoy en el paro!
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Mientras nos quede un dólar,
N comeremos bien. Quizá busque trabajo.
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¡Y un cuerno! 25 años de obrero y
N siempre he traído el dinero a casa.
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Ahora llevo seis meses en
N el paro, y vas tú y me pegas.
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- Y encima hablas de trabajar.
N - Bueno, nada de pegarse en la mesa.
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- Tú has empezado.
N - Antes no me pegabas. Nunca.
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Y menos delante de los niños.
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- ¡Una chuleta vale dinero!
N - ¡Oye, Frank!
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Esto es un asco.
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No me toques el pelo.
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Me paso un montón de tiempo
N peinándome y me pega en la cabeza.
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Peina a tu hijo.
N Yo voy a dar una vuelta.
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- ¿Me acompañas a la iglesia?
N - ¿No has ido ya hoy?
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- Sí, a confesarme. Ahora voy a rezar.
N - ¿Para qué?
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- Para que el padre Frank me llame.
N - Llámalo tú.
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- Un hijo debe llamar a su madre.
N - ¿Le pides a Dios que Frank te llame?