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Adiós, William.
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Eres loco y arrogante...
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...pero te amo
y nunca dejaré de rezar por ti.
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Adiós, querido niño.
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Trata de no aprender demasiados
malos ejemplos de tu maestro.
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Él piensa demasiado.
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Siempre confía
en las deducciones de su cabeza...
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...en lugar de confiar en las proféticas...
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...capacidades de su corazón.
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Aprende a mortificar tu inteligencia.
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¡Llora sobre las heridas
de Nuestro Señor!
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¡Y bota esos libros!
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Hay una parte de Ubertino
que realmente envidio.
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Recuerden, teman
a la última trompeta, amigos.
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Lo siguiente caerá del cielo
y vendrán mil escorpiones.