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Por supuesto. Se la traeré.
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Señor, nuestro Dios,
en vuestra misericordia,
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nos diste a la Virgen María.
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Por su maternidad, se convirtió
en fuente de vida inagotable.
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Por su intercesión,
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permítenos compartir con alegría
el fruto de nuestro trabajo.
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Contentos te alabamos y
bendecimos,
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a ti que nos prodigas lo necesario.
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Por Jesucristo, tu hijo,
Nuestro Señor. Amén.
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¡Silencio!
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¿ Y tu abogado?
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Es de los que lo ve todo negro.
No me inspira mucha confianza.
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¿Qué te ha dicho?
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No lo he entendido. Cualquiera diría
que he asesinado al presidente.
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Quizá quiere
hacerse el interesante.
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Sin el dinero de los abortos,
esto hubieran comido mis hijos.
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¡Silencio!
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Hay que ver...
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Ellos se pasan la guerra
sentados en su sillón,
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y un buen día,
le cogen a una, así, sin más,
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y no de las que nacen con
una cuchara de oro en la boca,
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y la ponen en la cárcel
porque no da ejemplo.
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Y de Mouche y Pierrot,
¿quién se va a ocupar?
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Eso no les interesa.
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En sus casas, tienen criadas
para ocuparse de los críos.
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Es fácil no hacer nada malo
si eres rico.
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Y ya llevo cuatro meses así.
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Si me quieren castigar,
que se decidan.
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Además, todos son hombres.
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¿Qué van a saber, los hombres?
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Duérmete.
Duérmete.
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Ya no puedo.