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¿Qué decide el gobernador de la ciudad?
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¡Éste es el último parlamento
que admitiremos!
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Por consiguiente, rendíos a nuestra merced
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o como hombres soberbios de destrucción,
desafiadnos a lo peor.
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Como soldado que soy,
si comienzo la batería una vez más,
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no dejaré la medio conquistada Harfleur
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hasta que bajo sus cenizas yazca sepultada.
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¡Por tanto, hombres de Harfleur,
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tened piedad de vuestra ciudad y su gente
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mientras mis soldados estén a mis órdenes,
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mientras el viento fresco
y moderado de la clemencia
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aleje las sucias nubes
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de la matanza encarnizada,
el saqueo y la villanía!
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¡De no hacerlo, veréis en un momento
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al soldado ciego y sanguinario
deshonrar con mano abyecta
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los rizos de vuestras estridentes
y frenéticas hijas,
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a vuestros padres
tomados por las plateadas barbas
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y sus venerabilísimas cabezas
estrelladas contra los muros,
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a vuestros infantes desnudos
ensartados en picas,
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mientras las enloquecidas madres
con sus alaridos confusos
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rasgarán las nubes!
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¿Qué decís?
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¿Cederéis y evitaréis esto?
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¿O culpables de la defensa
seréis destruidos?
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¡El Delfín, de quien imploramos socorro,
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nos responde que sus fuerzas
todavía no están preparadas
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para levantar tan gran asedio!
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Por tanto, temido Rey,
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traspasad nuestras puertas
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y disponed de nosotros y lo nuestro,
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porque ya no podemos defendernos.