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Eran todo lo que tenía
y me los quitaste.
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No porque estuvieses
enamorada...
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¡sino para hacerme daño!
¡A propósito!
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- ¡No es verdad!
- ¡Mentirosa!
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Tú me atacaste primero.
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¿Crees que estaba
ciega y sorda?
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¿Que no oía lo que tú y tus
amiguitas decían a mis espaldas?
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¡Me creían vulgar!
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¡Por favor! Estás demente.
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¿Y por qué no me invitaste
a ninguna fiesta en tu casa?
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Pensé que te sentirías incómoda.
No solíamos-- ¡Deja eso!
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- ¡Estoy tratando!
- No solíamos invitar--
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A la chusma.
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¡Pero me robaste los novios
en venganza!
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- No es verdad.
- ¡Admítelo!
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No, admítelo tú.
Mírame a los ojos...
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y confiesa que me considerabas
vulgar y chusma.
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Está bien.
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Te consideraba chusma.
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Te hice daño adrede.
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Y...
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lo siento muchísimo.
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Yo también lo siento.
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Ernest, querido.
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Helen y yo queremos
pedirte perdón por la peleíta.
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Ya nos quitamos
los rencores de encima.
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Gracias a Dios. Era horrible
odiarte y envidiarte a la vez.
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¡Yo también te envidiaba!
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- Mentira.
- Es verdad.
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¿En serio?
¿Qué me envidiabas?