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¿Cómo se llamaba? Sylvia Pincus.
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Una gorda judía
con un marido flacucho.
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Lo descuartizó y facturó los trozos
a todo el país.
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¿Tienes que contarlo aquí?
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- Tranquila.
- ¡Mi estómago!
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Hablabas de la obra.
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No me interrumpas.
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Sobre Sylvia.
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Si la doctora
adivina lo que siente...
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...se identificará
con su paciente.
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Así sus celos serán lógicos.
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¿Comprendes?
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El teniente debe discutir
con la doctora.
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¿Por qué no sale eso?
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Así, es una obra nueva.
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Por supuesto.
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Piénsalo.
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¿Cómo sabremos
que Sylvia se arrepiente?
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No lo sé. Espera un momento.
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Podríamos hacer
que se oyera lo que ella piensa.
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¿Pensando en voz alta?
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¿Por qué no? Es teatro.
Y tiene más fuerza.
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Piénsalo.
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- Y no me interrumpas más.
- Perdona.
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Tenías mucho que hablar
con el gorila de Valenti.
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Le he agradecido sus ideas.
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¿Qué ideas?
Sólo era una sugerencia.
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Sí, claro.
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¿Te gusta el billetero?
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- ¿Qué?
- El billetero.
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Sí, es fantástico.
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Me encanta la piel sintética.
Desde siempre.
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¡Qué borracho estás!
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- Felicidades.
- Gracias.
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24 de Septiembre.
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La compañía parece encantada
con las correcciones.
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- ¡Esto es genial!
- Sí.
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¡Sylvia ya no es tan pasiva!
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Conquista al teniente
y luego se siente culpable.
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Todo tiene motivación.
Te arrastra.
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¿Tengo que aprenderme lo nuevo?