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No hablas en serio.
Ella debe estar desesperada.
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- Todas me esperan, ¿verdad?
- Esperamos que te vayas a casa.
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Sabes dónde encontrarme
cuando te canses de esos maricones.
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- Papá.
- Vamos, me muero de frío.
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¿Sólo para mujeres?
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Cabrones descarados.
Es un club de los trabajadores.
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Mírenlos.
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No sé por qué sonríes.
Primero, no tiene mucha verga, ¿no?
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Eso no puedes remediarlo
haciendo ejercicios.
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No entraría ninguna mujer decente.
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- Jean entraría.
- Oye, ¿qué pasa?
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Es su dinero, ¿no?
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Carajo. ¿Permitirás que un maricón
le agite la verga a tu mujer?
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¿Dónde está tu orgullo?
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Te tiene bastante dominado,
pero me hice el tonto.
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Pero esto es el colmo.
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- Sácala de allí y muéstrale quién manda.
- Sólo entran las mujeres.
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Apúrate, ¿quieres?
Mis pies están entumecidos.
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¡Vaya manera de agradecérmelo!
Nos arriesgamos por ti, gordo.
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No es culpa mía que no quepo.
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Yo espero aquí para vigilar.
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Dile a la tía Jean que
el tío Dave quiere verla afuera.
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- ¿Tengo que hacerlo?
- Buen muchacho. Anda.
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CABALLEROS
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No esperaré en la otra condenada cola.
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Siempre quise ver los sanitarios
de los hombres.
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Caray, ¿viste sus músculos?
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No es el cuerpo sino
cómo lo usan lo que importa.
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No tienes por qué preocuparte
con ese tipo persiguiéndote.
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- Frankie, ¿me deseas?
- Oye, cuidado.