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¿Quiere un vino?
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No me atrevía a pedírselo.
Eso no se rechaza.
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Tu barco va bien.
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¿Y luego?
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¿Luego?
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Ah, luego...
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Luego, en vez de recoger la chatarra
para los demás, lo hice para mí.
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Mi almacén se transformó en fábrica,
mandé poner electricidad y...
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Contarle cómo sucedió todo eso,
no es interesante.
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Lo único que sé
es que me convertí en un imbécil.
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Si viene del pantano
y es dueño de la fundición Richard,
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no es ningún imbécil.
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Fue el viejo. Cuando me fui
con mi mujer y mi hija
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a vivir a la ciudad,
me dijo:
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¿No estás bien aquí?
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¿Crees que no puedes
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vivir aquí con tu famllia?
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Lo lamentarás.
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Aunque ganes millones,
lo lamentarás.
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¿Sabes qué eres, Ranita?
Un imbécil.
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¿Quiere uno?
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Sí, claro que quiero.
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En casa tengo que fumar
a escondidas.
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¿Por qué lo llaman Ranita?
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Me llaman así porque
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se supone que me tragué
una rana viva, por un desafío.
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Pero no es cierto.
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El viejo me llamaba así
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porque era bueno
para pescar ranas.
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Tenía razón.
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Nunca debí dejar el pantano.