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Al cruel padre y los pérfidos hijos
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a quienes rogué
por la vida de mi amado hijo.
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Sabrán qué significa que una reina se
arrodille y suplique piedad en vano.
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Vamos, dulce emperador. Ven, Andrónico.
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Anima a este anciano
y consuela su corazón
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que desfallece con la amargura
de tu ceño fruncido.
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De pie, Tito.
La emperatriz ha vencido.
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Gracias, Majestad.
Y a ella.
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Tengo el honor, buen señor
de haberlos reconciliado a todos.
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Príncipe Bassiano,
le prometí al emperador
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que serías más dulce y tratable.
No teman, señores. Ni tú, Lavinia.
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Sigan mi consejo.
Arrodíllense humildemente
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y pidan perdón a su Majestad.
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Perdón. El Cielo
y su Alteza son testigos
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de que actuamos con moderación
por nuestra hermana y nuestro honor.
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- Por mi honor, digo lo mismo.
- Ya no me molesten más.
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No, emperador, seamos amistosos.
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El tribuno y sus sobrinos
te están pidiendo gracia.
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No los rechaces.
Míralos, amor.
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Marco, por ti y por tu hermano
y ante los ruegos de mi amada Tamora
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perdonaré las atrocidades
de estos jóvenes. De pie.
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¡Lavinia! Aunque me dejaste como
un tonto he hallado a una amiga.