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No suelo hablar con la gente
que viene a jugar.
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Pero esta vez quiero hacer
una excepción.
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Mira esto.
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Cada mañana se abría la
puerta del barracón...
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...y ellos hacían salir a unos
cuantos, primero los viejos,...
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...después nuestros padres,...
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...los hermanos mayores.
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Tras dos semanas, quedábamos
sólo cincuenta, todos niños.
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Entonces dejaron de venir.
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Unos días más tarde...
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...apareció un hombre.
No era militar.
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Vestía un traje color arena...
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...muy limpio.
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Usaba un pañuelo negro.
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No olíamos muy bien, sabe.
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Y uno a uno nos cogió del
brazo y apuntó...
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...nuestros números en su
cuaderno.
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Nos llamarían para reunirnos
con nuestros padres.
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Luego se fue y nunca volvió.
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Pero los guardias regresaron.
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Nos pusieron en fila, gritaron
un número, me miré el brazo.
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No era yo. Era de otro.
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Mientras salía por la puerta...
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...se giró y nos miró a todos,...
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...contento de haber ganado,...
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...y desapareció.