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Era Stanley Jaffe y lo habían
nombrado jefe de Paramount.
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Le había dado a Stanley su primera
gran oportunidad en 1967.
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"Llamé para decirte algo.
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De ahora en más la vida de
Robert Evans será mejor.
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Se te debe mucho.
Que duermas bien".
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La lealtad de Stanley Jaffe fue
tal que recuperé mi dignidad.
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Volvíi a Paramount.
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Y a mi vieja oficina,
la mejor del lugar.
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¿Creen en milagros?.
Yo sí ahora.
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No entiendo este mundo
de películas.
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Pasaron 30 años ya y
sigo en Paramount.
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Y no fue nada aburrido.
Hice de todo.
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Conocí a todos.
Bueno, casi.
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Trabajé, peleé, contraté,
eché, reí, lloré con ellos.
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Figurativamente me jodieron,
literalmente los jodí.
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¿Dónde están todos?.
¿Muertos?. La mayoría.
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¿Ricos?. Algunos.
¿lndigentes?. Síi, muchos.
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¿Retirados?. No sé.
No los vi.
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Sé una cosa: no estoy muerto,
no soy rico ni indigente...
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...y no me retiré.
No puedo darme el lujo.
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Debo seguir de pie,
seguir trabajando.
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¿Mi vida hoy?.
Más volátil que nunca.
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Sólo este último año
me pisotearon, me acusaron...
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...me amenazaron, traicionaron
y escandalizaron.
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¿Duro?. Puedes estar seguro.
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Pero no me quejo.
Nada es fácil.