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Les pagaremos bien,
Antígono,
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pero no como a mercenarios
por servicios futuros.
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Hablas como Filipo.
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Filipo no vio nunca Babilonia.
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No, no la vio, Hefestión.
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¡Hola!
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Ya sé que me consideras
un viejo estirado.
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Pero, olvidando
nuestras diferencias,
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que sepas que en este día tu padre
se sentiría muy orgulloso de ti.
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Gracias, Parmenión.
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Te ruego que me perdones
mi propia ira, mi orgullo.
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También me ciegan.
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Sí, nosotros,
los nietos de pastores,
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ahora gobernamos 5 millones
de km. Cuadrados.
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Pero...
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ninguno de vosotros teme
que esta gran fortuna
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pueda conducirnos a todos
a la destrucción.
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Nos sobrevaloras.
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Mientras respire Darío,
él es el rey legítimo de Asia,
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y yo sólo el Rey del Aire.
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¡Pero él no tiene
ningún poder, Alejandro!
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¡Está en las montañas,
perdido y sin ejército!
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Mientras siga perdido, Filotas,
aún se puede creer en él.
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Sólo se decidirá
cuando le encontremos.
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Al parecer ya has tomado
tu decisión, Alejandro.
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Debemos acabar lo que
no logramos hacer en Gaugamela:
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Dar caza a Darío aunque sea
en los confines de la tierra.
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- Ésa no era la misión de tu padre.
- Yyo no soy mi padre.
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¿Tan rápido has olvidado
que la fortuna favorece a los audaces?
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Por los dioses,
¿qué es esto?
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No es de extrañar que Darío huyera,
cuando le esperaba esto.
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Yo diría que hay una
para cada noche del año.