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y las imprimía
exclusivamente la IBM,
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que recuperó las ganancias
después de la guerra.
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Creo que esa acusación
ha sido desacreditada
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como una acusación seria.
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Que usaran equipos
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es un hecho,
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pero cómo los obtuvieron,
cuánta cooperación obtuvieron,
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si hubo un pacto secreto,
si ataron cabos;
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esa parte está desacreditada.
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Generalmente
uno vende computadoras
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que se usan
de varias maneras,
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pero uno siempre espera
que se usen positivamente.
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Si uno se entera
de que no es así,
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uno deja de brindar apoyo.
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¿Pero acaso uno siempre
se entera?
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IBM podría decir
que no tenía control
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sobre su subsidiaria alemana,
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pero el 9 de octubre de 1941,
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le escribieron una carta
a Thomas J. Watson
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con todos los detalles
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sobre las actividades
de la subsidiaria alemana.
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IBM no vendió
ninguna máquina, las alquiló
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y les daba servicio
una vez al mes en el sitio,
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aunque fuera en un campo
como Dachau Buchenwald.
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Éste es un contrato típico
entre IBM y el Tercer Reich,
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que se firmó en 1942,
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y no fue con la subsidiaria
holandesa ni con la alemana,
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fue con IBM Corporation
en Nueva York.
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Yo conozco esa historia.
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La discutí más de una vez
con el Sr. Watson,
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y en esa época
yo estaba ahí.
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No digo que
Watson no supiera
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que el gobierno alemán
usaba tarjetas perforadas.