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de O'Donnell,
Cabanatuan y Palawan.
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Los guardias japoneses, que aborrecen
su rendiciôn, los tratan con brutalidad.
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Miles mueren víctimas de enfermedad,
inaniciôn y malos tratos.
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Hacia 1944, sin embargo,
cambia el rumbo de la batalla.
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Con cada nueva victoria, las fuerzas
estadounidenses avanzan en Japôn.
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Y, con cada nueva derrota, el ejército
japonés se sume en la desesperaciôn,
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sugestionado por el temor
de que el enemigo no tendrà clemencia.
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El gobierno de Tokio
alienta este temor,
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y convence al pueblo de que se prepare
a dar la vida por su país.
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El 1 de agosto de 1944, el ministro
de guerra japonés hace público un memo
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que dicta la política del ejército
respecto a los prisioneros de guerra.
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Dice así:
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"El objetivo es que no se escape
ni siquiera un prisionero
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y que se los aniquile a todos,
sin dejar rastro".
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CAMPO DE PRISIONEROS
DE GUERRA DE PALAWAN