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Las rosas ayudan, ¿cierto?
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- Dejé el resto para la mesa del comedor.
- Son hermosas.
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No conozco a nadie que tenga
tan buen gusto como tú, Alice.
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- ¿Dónde están esas condenadas cosas?
- Ya voy, Virgil.
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Llévale esto arriba a tu padre...
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...y más te vale vestirte o no estarás lista.
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Sólo debo quitarme el delantal.
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¿Y Walter? ¿Llevará su traje de noche?
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Se rehusará como su padre,
pero hablaré con éI cuando llegue.
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Y haz que Malena arroje esa goma
de mascar antes de atender la mesa.
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No te preocupes, querida.
Déjamelo todo a mí.
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Malena, recuerda...
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...quiero que lleves la sopa a la mesa,
antes de que anuncies la cena.
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Sí, pero ¿no cree que hace mucho calor
para tomar sopa?
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Eso no importa.
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Después sirve los hongos y las mollejas...
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...y luego el filete y los vegetales.
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Señorita Adams, me temo que el helado
no se mantendrá firme por mucho tiempo.
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Ya está a punto de flotar.
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¿Puedes coserme un ojal?
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La condenada cosa es demasiado grande
y queda abierta.
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Bien, buscaré hilo y aguja.
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Me gustaría ir así a la mesa.
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No creo recordar una noche tan calurosa
en los últimos diez años.
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Caramba, pero eso huele muy fuerte.
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¿Es moderno tener repollo de contorno
en la cena?
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Eso no es repollo.
Son repollitos de Bruselas.
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Oh, ¿sí?
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El está aquí.
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¿Qué pasó?
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Malena se cayó
por las escaleras del sótano.
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¿Rompió algunas de nuestras cosas?
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No, sólo se golpeó. Estará bien.