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Quizá. Quizá 20 días de trabajo
y quizá ninguno.
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- Hasta que no lo vea, no lo creeré.
- ¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?
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Nunca más volveré a tener miedo.
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Lo tuve. Durante un tiempo
pensé que estábamos vencidos.
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Parecía que no teníamos
nada en el mundo más que enemigos.
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Como si ya nadie fuera amable.
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Me sentí mal y asustada. Como si
estuviéramos perdidos y a nadie le importara.
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Tú eres la que nos hace seguir adelante.
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Yo ya no sirvo y lo sé.
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Parece que ahora ya sólo pienso
en cómo era todo antes.
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Pienso en nuestra casa.
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Ya nunca volveré a verla.
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Bueno, una mujer
puede cambiar mejor que un hombre.
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Un hombre vive como a sacudidas.
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Nace un niño o muere alguien
y es una sacudida.
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Compra una granja o la pierde
y es una sacudida.
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Para una mujer, es una corriente,
como la de un arroyo.
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Hay pequeños remolinos y cascadas,
pero el río no cesa de correr.
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Una mujer lo ve así.
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- Quizá, pero estamos recibiendo una buena.
- Lo sé.
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Eso es lo que nos hace fuertes.
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Los ricos llegan y mueren, y sus hijos
no saben qué hacer y se extinguen.
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Pero nosotros seguimos llegando.
Somos la gente que vive.
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No pueden exterminarnos.
No pueden derrotarnos.
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Duraremos siempre porque somos el pueblo.