:36:00
...no sé cómo lo hace, pero me produce
usted una fascinante aversión.
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- ¿Puedo hacer una observación?
- ¡Puede salir de aquí!
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Sr. Acuña, su abrumadora
gentileza me deja perplejo.
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Sin embargo, no le guardo rencor.
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Cuando cambie de opinión,
llámeme.
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¡Fuera de mi vista!
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Gracias de nuevo por su bienvenida.
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Tú has dejado entrar
a ese saltimbanqui.
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Vas a pagar por ello con cada gota
de tu anémica sangre.
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¡Eres un mentecato! ¡Un zopenco!
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¡Estás despedido! Vete y no vuelvas
nunca más, estúpido bobalicón.
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¿"Estúpido bobalicón"?
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Bienvenido a casa, papá.
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Juraría que te he oído
insultar a alguien.
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Anda, pensaba que estabas...
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Se te ve muy contenta.
¿Por algo?
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- Estoy contenta.
- ¿No será por las orquídeas?
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Te voy a contar un secreto.
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Sé quién ha estado mandándome
las flores.
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¿Lo sabes? Bueno, mira, cariño,
puedo explicártelo todo.
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- ¿Qué quieres decir?
- Dime de qué estás hablando.
:37:10
Las orquídeas, las tarjetas.
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- Sé quién las envía.
- ¿Lo sabes?
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- No estás muy desilusionada.
- ¿Debería estarlo?
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- Me alegro de que te lo tomes así...
- Dime de qué estás hablando.
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- Dime tú de quién estás hablando.
- Oh, ¿Sr. Acuña?
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Cuando cambie de idea,
estoy en la habitación 920.
:37:29
Oh, papá, ése es del que
te estaba hablando. Es él.
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- ¿Qué?
- El que está enamorado de mi.
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- ¡De eso nada!
- Si, si.
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Esta tarde le ví traerme las orquídeas.
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Ahora me acuerdo.
Cantó en la boda.
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¡Te digo yo que él no es
el que te manda las flores!
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¡Ese tipo es un incordio!
¡Y además de incordio, bailarín!
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- Maravilloso. Me encantan...
- ¡ÉI no es para ti! ¡No tiene trabajo!
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Pues dale trabajo,
hazlo por mi.
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No me digas que podrías hacer algo
tan horrendo como involucrarte con él.