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Mira lo que hemos encontrado.
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¿Es éste tu Robert Davis?
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El mismo.
El que trajo las orquídeas.
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Es "el ídolo de Nueva York".
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Me gusta su sonrisa y...
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...el brillo de sus ojos.
- Recuerda el consejo de mamá:
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No le asustes con tu inteligencia.
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- Sé sencilla y misteriosa.
- Lo sé, haré una entrada.
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Muy natural,
como si no supiera que venia.
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Eso es. Vamos, Cecy.
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Eduardo.
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- ¿Qué tal estoy?
- Tan guapa como siempre, querida.
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Sólo que ahora tardas más.
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¡Ay!
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Lo olvidé. Tenía un alfiler en la boca.
¿Te ha pinchado mucho?
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Seguro que parezco un
ubangi al final de la noche.
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Deprisa, son las 9:00.
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Si te da la risita otra vez,
te echo agua fría en la cara.
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¿Crees que el Sr. Davis quiere
casarse con una familia de risitas?
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María no se casará con él.
No le va a gustar.
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No tiene ninguna cualidad.
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Eso no lo tienes que
decidir tú.
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He leído que los salmones nadan
kilómetros para encontrar pareja...
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...y María ya ha nadado suficiente.
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María esperará hasta
que el hombre adecuado aparezca.
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¿Por qué? Yo no esperé.
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Oh, es el Sr. Davis. No debe
encontrarnos a todas en el recibidor.
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- Deprisa, mamá.
- Vamos.
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- Buenas noches, Sr. Acuña.
- Sr. Davis.
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- ¿Recibió el contrato?
- Si, señor.
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¿Puedo contar con usted entonces?
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No se preocupe, la desilusionaré.
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María, te presento al
Sr. Robert Davis.
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- Ya nos conocemos, ¿verdad?
- Si. No.
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Es un... En cierto modo, pero...
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Traduciremos esa brillante frase...