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Yo no haría eso.
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¿No? Gracias por el consejo,
pero cómo sé que no saltará.
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Está bien.
No hará nada.
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Se quedará ahí.
Andará de arriba abajo.
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Luego se apoyará en ese bolardo
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y se quedará ahí mirando el mar.
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-Necesita permiso para estar allí.
-Lo tendrá.
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Y para la Casa Blanca, si quisiera.
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Si te entrometes, tendrás problemas.
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-Es alguien importante.
-Por cierto, ¿y su permiso?
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Es nuevo, ¿ verdad?
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Capitán, ¿eh?
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LLegué en un velero.
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Está amarrado
al final del embarcadero.
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¿Ve?
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-Ya le he dicho que estaba bien.
-¿Qué hará ahora?
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Mirar.
Espera a que entre un barco.
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-Que está en el fondo del Atlántico.
-¿Qué barco es ése?
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-Solían llamarlo el "Fortuna".
-.Sí, el barco del juego!
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Estuvo en este muelle.
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-Es que yo estuve en el 27.
-Lo sé.
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El dueño era un jugador
llamado Joe el Griego.
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-¿Ha oído hablar de él?
-Claro, todo el mundo lee la prensa.
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-¿Le conocía?
-Sí.
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Fui capitán del Fortuna.
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¿Era griego de verdad?
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Nadie supo nunca qué era,
aparte de duro.
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Pero no un tipo duro cualquiera,
sino doblemente duro.
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Demasiado inteligente por su bien.
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-Le engañó, ¿eh?
-No.
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Se engañó a sí mismo.
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¿Cómo?
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Así.