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No iremos a Durango. Nada de eso.
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No te entiendo.
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No seas tan inocente. ¿Cuándo crecerás?
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Bien, para aclarárselo
a un tonto como tú...
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nos llevaremos su oro e iremos al norte,
dejando a ese viejo sin nada.
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¿No lo dirás en serio?
En realidad no piensas lo que dices.
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Fred C. Dobbs no dice nada
que no quiera decir.
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Mientras yo esté aquí y pueda evitarlo,
no tocarás las cosas del viejo.
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Sé lo que estás tramando.
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Quieres quedártelo todo
y dejarme al margen.
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No, soy honesto con el viejo,
como lo sería contigo si no estuvieras.
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Deja de sermonear.
Pareces un tonto aquí en la naturaleza.
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Te conozco bien.
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Hace mucho que sospechaba de ti,
pero ahora sé que tengo razón.
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- ¿Qué sospechabas?
- No me engañas.
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Puedo ver tus intenciones.
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Hace tiempo que quieres matarme
a la menor oportunidad...
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y enterrarme aquí como a un perro...
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para poder llevarte no sólo
las cosas del viejo, sino las mías también.
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Al llegar a Durango a salvo, te reirás...
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pensando en lo tonto que fuimos
el viejo y yo.
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Si te acercas un poco más, tiro del gatillo.
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Bien, levanta las manos.
Vamos, levántalas.
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¿Tenía razón o tenía razón?
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Tú y tus sermones religiosos
sobre proteger las cosas de los demás.
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Tú. Vamos,
levántate y aguanta como un hombre.
:26:26
Vamos, levántate.
:26:30
Suéltala.
:26:35
- Ahora se reparte la baraja al revés.
- Sí.
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Escúchame...
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Mira, te equivocas.
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Ni por un momento pensé
en robarte o hacerte daño.
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Como te dije...
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lucharía por ti igual que por el viejo.
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Si eso es verdad, devuélveme mi arma.
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Amigo mío.