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¡Oh, señor! ¡Señor! ¡Oh, Nicolás!
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¡Se está cometiendo un atropello!
¡Van a matar a un inocente!
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¿Pero qué dices?
¿Qué quieres tú?
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Nibbio, quítame la celada.
¡Levantadme! ¿Qué inocente?
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El hombre que acabas de condenar.
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Quería atentar contra mi vida.
¡Nibbio, enséñale lo que llevaba!
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¡Ah no, pero si son
herramientas de trabajo!
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Con esto enciende el fuego,
y con la lezna arregla las sandalias.
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Pero un espía me ha dicho
que de Viterbo un sicario vendría...
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disfrazado de mendigo y que
lo reconocería por esas cosas.
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¡Pero esto es una conspiración
diabólica! No, no. Yo le conozco.
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Es discípulo de un buen hombre,
amigo de la Iglesia,
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de un tal Francisco, hijo de un rico.
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Lo dio todo a los pobres y vive en un
bosque con unos compañeros,
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Mucha gente le sigue porque
dice que ama a los pobres.
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Quien desprecia el mundo está lleno
de odio. Luego, es un ser venenoso.
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Niego tu aseveración y te contradigo.
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Ya decía Aristóteles, ¿no es cierto?
que quien desprecia el mundo,
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lo hace por protegerse del dolor, luego...
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Yo conozco también el mundo y sé que
esos pobres hacen siempre lo mismo.
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Predican la pobreza,
y luego roban y matan.
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¡Ah, no! Yo he oído decir
que rechazan todo
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y que serían incapaces
de hacer mal a nadie.
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Luego... traedlo aquí.
¡Quiero interrogarle yo!