:52:00
Lo suficiente para elevar
el total a 75.000 libras.
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Otras seis o siete semanas
y concluido.
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Diello, ¿por qué no lo deja ya?
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¿Por qué arriesgarse?
- ¿Qué le hace pensar que lo hago?
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No me trate como a una niña idiota.
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Su amigo Hodler no es suizo.
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Conozco a un prusiano
en cuanto le veo.
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¿Le importa?
- Me importa su seguridad.
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Hay mucha gente preocupada
por mi seguridad.
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Nunca me he sentido más a salvo.
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Pues yo no. Y mi seguridad
depende de la de usted.
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Perdóneme. Siempre pienso en mí
como si fuese un hombre normal.
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Sigo olvidando que soy un criado
que paga dividendos.
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¿Tiene que irse tan pronto?
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No debo estar alejado de la
Embajada mucho tiempo.
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No comprendo que un hombre
tan rico como usted...
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...continúe planchando los pantalones
del Embajador Británico.
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De ahí obtengo mi dinero.
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Robo la calderilla de sus bolsillos.
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Diello, antes de marcharse,
sírvame una copa.
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Dígame...
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...¿dónde se propone establecerse
cuando vaya a Sudamérica?
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En Río.
- Nunca he estado allí.
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No hay nada igual en el mundo.
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¿Cuándo decidió ir allí?
- Volver.
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Lo decidí la primera vez que
lo vi, hace muchos años.
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Yo era mozo a bordo de un
mísero barco mercante.
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Aún me veo apoyado en la borda...
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...mirando a una villa que se alzaba
en las proximidades del puerto.
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Había un hombre en un balcón
contemplando nuestro barco.
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Llevaba chaqueta blanca de etiqueta.
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Parecía que se le podía tocar...
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...pero estaba más allá del
alcance de cualquiera.
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Entonces me juré que algún
día yo sería aquel hombre.