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De la tiranía
puedo librarme cuando me plazca.
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Yo también.
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Cada esclavo tiene en su propia mano
el poder para cancelar su esclavitud.
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¿Por qué habría de ser César
un tirano?
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El no sería lobo,
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si los romanos
no fuéramos corderos.
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Ni sería león,
si no fuéramos ciervos.
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Los fuegos repentinos
se valen de débiles pajas.
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¿Qué desecho es Roma,
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qué inmundicia,
si se sirve de tan baja materia
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para iluminar
algo tan vil como César?
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¿Dónde me llevas dolor?
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¿Hablo a un siervo
por voluntad propia?
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Hablas con Casca, un hombre
que no es un disimulado soplón.
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Aquí está mi mano.
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Busca un remedio y te seguiré.
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Aceptado.
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¡Ocúltate!
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Es Cinna, un amigo.
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¿Dónde ibas?
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En tu busca.
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- ¿Es Metelo Cimbrio?
- Es Casca, ya en nuestra empresa.
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¿Me aguardan?
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Sí,
si atrajésemos al ilustre Bruto...
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¡Puedes tranquilizarte!
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Pon este papel en un lugar
donde Bruto pueda encontrarlo.
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Este déjalo en su ventana y
éste en la estatua del antiguo Bruto.
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Y ve a buscarme al atrio de Pompeyo.
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¿Estarán Decio y Trebonio?
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Todos menos Metelo,
que fue a buscarte.
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Iremos a casa de Bruto
antes del amanecer.
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Tres cuartas partes de él
son ya nuestras.
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Pronto nos pertenecerá del todo.