Julius Caesar
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No, César no lo hará.
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Soy más temible que el peligro.
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César seguirá adelante.
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Te lo ruego, se?or,
tu confianza puede con tu prudencia.

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No salgas, te lo suplico.
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Di que mi temor, no el tuyo,
te retiene en casa.

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Que Marco Antonio
diga en el Senado

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que te encontrabas indispuesto.
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Escúchame, te lo suplico.
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Marco Antonio dirá que no estoy bien.
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Por tu capricho,
me quedaré en casa hoy.

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Aquí está Decio,
él lo comunicará.

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¡Salve César!
Buenos días, digno César.

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Venía a buscaros para ir al Senado.
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Tú informarás a los senadores.
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Anunciarás que hoy no asistiré.
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Alegar que no puedo sería falso.
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Simplemente, diles que no iré.
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- Diles que está enfermo.
- ¡César no miente!

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¿Tantas conquistas
para no decir la verdad?

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Decio, comunícales que no iré.
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Poderoso César,
dejadme alegar una causa.

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Para que no se rían de mí
al anunciarlo.

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La causa es mi voluntad.
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Eso debería satisfacer al Senado.
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Para tu satisfacción personal,
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te diré que es mi esposa Calpurnia
quien me retiene.

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Esta noche ha tenido un sueño.
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En él veía mi estatua
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de la que manaba
un raudal de sangre.

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Y muchos romanos llegaban sonriendo
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y bañaban sus manos en ella.
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Y creyendo ver
peligros y males inminentes,

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me ha rogado
que permanezca en casa hoy.

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El sueño está
erróneamente interpretado.

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Era una visión feliz y dichosa.
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Tu estatua manando sangre

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