:26:01
La prueba de que tengo razón es que
hay chicas disponibles por todas partes.
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No muñecas como Adelaide.
:26:09
Nathan, sin ánimo de ofender,
a fin de cuentas, todas son iguales.
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- Todas las chicas son iguales, ¿eh?
- Hasta donde alcanza la vista.
:26:19
Y supongo que un sitio donde una
muñeca vendría bien es en La Habana.
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¿Cómo es que no tienes ninguna?
¿Cómo es que vas solo, sin una mujer?
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Elección personal. Prefiero viajar solo,
:26:30
pero si me apetece compañía, el surtido
es mayor que abalorios en Woolworths.
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- No serán muñecas con clase.
- Sólo hay una clase, la sustituible.
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Una muñeca es una muñeca.
Todas y cada una de ellas. Dime una.
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¿Cualquiera? ¿Apostarías 1.000 pavos
a que si nombro a una muñeca,
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serías capaz de llevártela
a La Habana mañana?
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Acepto la apuesta.
:26:58
La nombro a ella.
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- ¿Ella?
- La sargento Sarah Brown.
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¡Papá! Estoy metido en un buen lío.
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Es culpa mía.
:27:27
No es la misión. Soy yo.
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No soy capaz de hacer el trabajo.
Soy un fracaso.
:27:35
Creo que lo mejor que podría hacer
es dimitir y volver a Boston.
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Sarah... ¿los relojes
de oro macizo se pueden doblar?
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- Claro que no.
- Ya me parecía a mí.
:27:55
¿Por qué quieres volver a casa?
¿No hay pecadores en Boston?
:27:58
¿Qué he conseguido hacer aquí?