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Tuve que hacerlo.
Ella no hacía más que preguntarme
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y al final me quedé sin excusas.
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¿ Y qué tipo de bebé era?
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Un niño. Lo llamé como tú, Nathan.
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- Gracias.
- De nada.
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Dime, ¿y qué ha estado haciendo
Nathan Junior todos estos años?
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Bueno...
ahora mismo está en un internado.
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De hecho, le dije a mi madre que ganó
el partido de fútbol el sábado pasado.
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Ojalá hubiese apostado.
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Pero, Nathan...
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Eso no es todo.
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¿También tenemos una Adelaide Junior?
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Todos estos años, Nathan. A mi madre
le gustan las familias numerosas, y...
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Empezamos tan pronto.
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Dime cuál es el total.
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- Cinco.
- ¡Adelaide!
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¿Cómo has podido hacer algo así
a una tía tan simpática como tu madre?
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Nathan, cariño, ¿por qué no nos casamos
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y yo me ocupo de todo lo demás?
¿Quieres?
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Sí. Cuando estemos preparados.
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Nathan, ya estamos preparados.
Lo hemos estado durante 14 años.
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Sólo necesitamos una licencia
y un análisis de sangre.
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- ¿Un análisis de sangre?
- No te preocupes, Nathan. Tienes sangre.
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¡Qué ciudad! Primero me cierran el juego
de craps y ahora me abren las venas.
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Nathan, dejaste el juego de craps.
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Claro que sí, muñeca. ¿ Y sabes
por qué? Por ti, porque te quiero.
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¿Me dejas unos pendientes?
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Es costumbre, Laverne, llamar
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cuando se entra en el camerino
de una mujer prometida.
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Por lo que a mí respecta,
estás aquí tú sola.
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- ¿Me dejas unos pendientes?
- ¿Diamantes o perlas?
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- Diamantes.
- En el cajón de arriba del baúl. En la caja.