:39:02
- ¿Quieres ir?
- Me encantaría.
:39:04
- Pero tengo que madrugar.
- Pensé que querrías ir.
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- Llevas tanto tiempo encerrada.
- Iría, pero...
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- No importa. Yo tengo que ir.
- Llámame.
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Sí.
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Hola.
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Veo que ha conseguido que viniera
esa dama de Harpers Bazaar.
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Podría cogerla para Granjas Covington...
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- Hola, Joe. Buenas, Sr. Ballefoy.
- Hola, cielo.
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Podríamos utilizar Granjas Covington
para los diseños de moda.
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Ese estilo campestre
del que hablábamos.
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Les proveeremos de lo que necesiten.
Cooperaremos en todo.
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- Introdúzcase concienzudamente.
- Espere.
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Y si no conseguimos ni una sola
mención de Granjas Covington...
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- Lo sé. Sería mala suerte.
- Sí.
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Aun así, le confieso
que tengo un motivo ulterior...
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...para hacer la propuesta.
Francamente...
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- ¿Por dónde iba?
- "Francamente".
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Ah, sí. Ya sabe cómo le gusta
la publicidad personal al Sr. Covington.
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- Otra vez, no.
- No ha oído aún...
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Covington tiene que ver...
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...que un hombre no se convierte
en una figura pública...
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...sólo por levantar el imperio
de la grasa de pollo.
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¿Sabe? Le hice aparecer...
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...en un primer plano
del Anual de Avicultura...
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...y en Noticias Lácteas.
Y eso sí que les importa.
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Le conseguí hasta una historia
en Piensos y Granos del Oeste.
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- Pero, ¿la Harpers Bazaar?!Venga ya¡
- ¿Ha acabado?
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Es la Sra. Covington.
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- ¿Esa vieja de pueblo?
- Nuestro jefe es rico, Joe.
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- Su mujer es una pueblerina rica.
- Quiere su casa.
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Su jardín y sus Picassos...