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Unos siete días
y siete noches, majestad.
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Azotadlos si se retrasan. Estoy deseando
vengar la derrota de mi padre.
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Majestad, este ejército os entregará
no sólo Grecia, sino todo el mundo.
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Tienes razón.
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Era el sueño de mi padre.
Un solo mundo con un solo dueño.
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Pero, hace diez años, en Maratón,
él no mandó más que una ola.
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Y yo comando un océano.
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¿Así que éste es el espía espartano
que estaba contando mis tropas?
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Así es, majestad.
Toda tortura ha sido inútil.
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Ha dejado agotados a dos de mis hombres
y no ha abierto la boca.
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Traedlo aquí.
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¿Por qué no hablas?
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No tengo nada que decir.
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¿Es cierto que los espartanos son
los guerreros más valientes de toda Grecia?
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Eso lo descubrirás por ti mismo.
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Necio. No sois más
que un puñado de hombres.
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Tu pequeño país está dividido.
Ni siquiera tenéis un único rey.
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¿Cómo podéis desafiarme a mí,
señor del mundo entero?
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Tú no puedes entenderlo.
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Porque eres el señor de la esclavitud.
No sabes lo que es la libertad.
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Ya basta.
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Veamos cómo la insolencia
se paga con la muerte.
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Agarradlo.