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No me gustaría que ciertas personas
se enteraran.
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Pero como tú eres una pobre huérfana,
¿a quién iba a importarle?
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A la policía.
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¿Pero si conseguimos
que no te lleve a juicio?
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La policía puede investigar
otros trabajos, trabajos parecidos.
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- Vaya, otra sorpresa más.
- Sí, lo es.
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¿Cuántos?
¿Cuántos otros?
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¡Dime la verdad, maldita sea!
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- ¿Cuántos más?
- Tres.
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- Otra vez.
- Cuatro. Cinco contando el de Strutt.
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- ¿En qué periodo de tiempo?
- ¡Cinco años y es la verdad, lo juro!
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- ¿Cuánto? ¿Cuánto en total?
- Menos de $50.000.
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¿En qué ciudades?
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Buffalo, Detroit, Elizabeth,
Nueva Jersey y Nueva York.
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En Nueva York y Filadelfia seré un pobre
que perdió la cabeza por una chica.
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En las otras,
estoy legalmente implicado.
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¡Déjame ir! No tienen que culparte a ti.
Dirás que te enteraste y yo huí.
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Si te escapas,
será peor.
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Tendrán tu nombre verdadero
en algún archivo.
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Cuando te cojan, porque te cogerán,
te recitarán el código penal.
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Pero,
supongamos que mantenemos la calma.
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De momento, hay que conseguir
que Strutt no abra la boca.
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Siéntante, escucha.
Podemos hacer dos cosas:
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Buscar a un abogado y a un psiquiatra,
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hacer una confesión, devolver el dinero,
y hacerlo público.
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Pero hay muchas posibilidades
de que te condenen a libertad condicional.
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La alternativa es volver
a todos los sitios donde robaste.
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Dirás que estás muy apenada
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y mostrarás un sincero arrepentimiento.
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Mientras lloras, yo les haré un cheque
con la cantidad robada