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Madre.
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Trajiste chocolates, dos cajas enteras.
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- Un verdadero tesoro.
- Yo las rechacé.
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- Con argumentos austeros.
- Eres una presumida, Emily.
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Quédate con ellas si quieres.
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Comeré una más tarde
y guardaré el resto para tu padre.
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Usted debe ser el nuevo amante de Emily.
Ni se molestó en presentarnos.
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Usted debe ser su madre.
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Ha descubierto mi punto débil.
¿Qué religión profesa?
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- Soy un cobarde practicante.
- Es muy ferviente de su parte.
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Debí saber que ustedes dos
se llevarían muy bien.
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Eres tan chiflado como ella, Charlie.
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Antes de la guerra,
era ayudante de gerencia...
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en un hotel diplomático
en Washington, D.C.
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¿Qué le hizo decir eso?
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Dios, me siento como Alicia
en la fiesta del té.
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Nos va a contar
alguna experiencia religiosa.
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Sí. Mi trabajo como asistente gerencial
consistía en arreglar los asuntos...
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de muchas grandes figuras de la historia
que tenían misiones importantes.
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¿Qué asuntos exactamente?
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En general, encuentros con chicas,
pero los gustos variaban, claro.
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Claro.
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Es un trabajo útil,
en especial en tiempos de guerra.
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Me ofrecieron varias comisiones
en el Ejército y en la Marina.
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Ésta que tengo ahora. El Almte. Jessup
quiso que me uniera a su gente...
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pero siempre me había dado
algo de vergüenza mi trabajo en el hotel...
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y quería hacer algo redentor.
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La guerra es la única oportunidad
del hombre para hacer algo redentor.
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- Por eso es tan atractiva.
- Es muy altruista, estoy de acuerdo.
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De todos modos,
rechacé la oferta del Almte. Jessup...
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y me enlisté
como un infante de marina raso.
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Hasta me postulé
para el servicio de combate.
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Mi esposa, al parecer
una mujer perfectamente sensata...
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me alentó en esta decisión estúpida.
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Siete meses después,
me encontré invadiendo las islas Solomon.
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Allí me vi chapoteando
en los bancos de arena de Guadalcanal.
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Se me ocurrió pensar que un hombre
podía morir haciendo este tipo de cosas.
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El hecho es que la mayoría
de los hombres a mi lado...
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gritaban de dolor y morían como moscas.
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Eran hombres valientes
los que morían allí.
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En tiempos de paz, eran normales,
cobardes dignos...
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temerosos de sus esposas y de sus jefes...
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que le tenían pánico al paso del tiempo.
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Pero la guerra los hizo aguerridos.
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Habían sido hombres mezquinos.
Ahora eran hombres abnegados.
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Habían sido egoístas.
Ahora eran generosos.