:43:02
Bien. Se las traeré.
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No aguanto a los tipos
que lo intentan con una mujer
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que no se iría con ellos ni muerta.
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Son un buen par, Sr. Hastings.
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El mejor.
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- Hospitalidad sureña, ¿eh?
- Lo siento, caballeros.
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Tranquilos, sólo miraba el nivel
de las mejores pistolas de duelo.
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- ¿Sois dos de los hermanos Elder?
- Así es.
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Siento lo de vuestra madre.
Era una gran mujer.
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Cuando vuestro padre
perdió el rancho y murió,
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ofrecí pagarle por el rancho,
pero ella se negó.
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- ¿Por qué hacer algo así?
- Culpa, Sr. Elder.
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Sí, culpa. Yo quería el rancho.
Sí, lo necesitaba.
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Este pueblo puede crecer
y ser importante.
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Hace falta agua para el molino.
El rancho tenía agua.
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Me propuse comprarlo,
no jugármelo a las cartas.
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Sin ánimo de ofender, ¿podríamos ver
el papel que le transfería el rancho?
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Cómo no, por supuesto.
Tienen todo el derecho.
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Lo tengo aquí.
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Sí, aquí está.
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Ahí dejó la marca su padre.
No sabía escribir.
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Y las firmas de los otros testigos.
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- ¿Es usted uno de los testigos?
- Por supuesto.
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- ¿El resto trabajan para usted?
- De vez en cuando.
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¿A qué jugaban aquella noche?
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- ¿A las cartas? A la 21.
- ¿21?